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Médicos Recién Egresados en La Salud Pública: ¿Burocracia para Comenzar Trabajar?


Siempre escuchamos que en la salud pública hay escases de médicos, sobre todo de especialistas. Vemos a diario en los medios de prensa duras críticas al sistema público de salud y son habituales los comentarios como “este sistema es pésimo”, “los tiempos de espera son eternos”, “la salud pública en Chile es de mala calidad”, “faltan médicos”. Ahora bien, como buen médico recién egresado, el espíritu altruista y social que nos caracteriza a los jóvenes, sobre todo a los que estudiamos carreras relacionadas con el bienestar de la gente, afloró y comencé a buscar trabajo en el sistema antes mencionado. Entre el 5 y el 22 de noviembre del presente año envié 23 correos electrónicos a diferentes establecimientos de salud: la mayoría centros de atención primaria (CESFAM y SAPU), un par de hospitales, un servicio de salud y una empresa privada que estaba reclutando médicos para un centro privado.
¿Quién creen que me consideró primero para trabajar? Recibí 7 respuestas: 3 enviaron esas respuestas políticamente correctas del tipo “consideraremos su postulación”, en 2 centros no habían vacantes disponibles y en uno me dijeron que sólo consideraban médicos con el EUNACOM rendido y aprobado (yo lo doy el próximo 12 de diciembre). La otra respuesta la recibí de la empresa reclutadora de profesionales y fue la ÚNICA que me citó a una reunión para hablar del tema. Adivinarán lo que sucedió luego. Después de esa reunión, a los pocos días me reuní con uno de los directivos del centro privado que buscaba médicos interesados en trabajar. Cuento corto, a 3 semanas de enviado el mail, estaba trabajando en un centro privado de salud, pequeño y acogedor, ubicado en una zona de clase media de la Capital (La Florida). Trabajo en un box bien pintado, con esfigmomanómetros y camillas de última generación, atendiendo a toda esa gente beneficiaria principalmente del sistema público de salud que prefiere pagar un monto (no más que 3 cajetillas de cigarro o 5 bebidas cola tamaño familiar) por una atención de 20 a 30 minutos con aire acondicionado y sin la necesidad de hacer cola ni pedir hora. Como médico me es muy cómodo, ya que puedo efectivamente atender a la gente como es debido (no en 12 minutos) y controlar a los pacientes en los plazos adecuados. Los pacientes llegan de buen genio, ya que no han tenido que llegar a las 5:00 am para conseguir hora y se sorprenden de que no los esté despidiendo a los 15 minutos de atención.
No pretendo que crean que considero pésimo el sistema público de salud, basta con ver los indicadores generales de salud para darse cuenta que sobresalimos en comparación a nuestros vecinos (por lo demás, buena parte de mi formación fue en el sistema público). Sin embargo, considerando que FONASA tiene 13,3 millones de asegurados correspondientes al 76% de la población (www.fonasa.cl) y que solo el 43% de los casi 30.000 médicos de Chile tiene algún contrato con el sector público de salud (Rev Med Chile 2011; 139: 559-570), ¿Porqué ponen trabas y son tan quisquillosos a la hora de reclutar médicos egresados de universidades chilenas interesados en trabajar en la salud pública? No digo que dejen de velar por la calidad de los profesionales, pero uno esperaría una recepción mucho más amable por parte de un sistema que evidentemente tiene carencias, sobre todo en el área de recursos humanos.
Recién ahora, a más de 1 mes de enviado los correos, me han empezado a llamar de un par de CESFAM para que vaya a una reunión. Quizás si me hubieran contestado los correos diciéndome que me iban a llamar en 1 mes más, podría haber esperado para asistir a las reuniones, sin embargo, desmotiva tanto dejo y tanta burocracia por parte de este sistema.
De todas formas pretendo trabajar de una u otra forma en el sistema público, pero espero que la próxima vez tengan la decencia de contestar los correos.
Vicente Merino: Médico Cirujano Recién Egresado




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Las Preferencias de los Pacientes Importan


 
AUTOR

rgennero
Medico y Master en Administracion de Negocios (MBA) de la UC y Master de Salud Publica (MPH) en el Imperial College of London. Medico de rescate de vocación, trabaje durante los ultimos años en el sector prehospitalario y como parte del Gabinete de la Subsecretaria de Redes Asistenciales, en el Ministerio de Salud. Actualmente vinculado al mundo de la Industria Farmacéutica, desarrollando temas de Políticas Publicas y Mercado Farmacéutico, preocupado de como mejorar el acceso de medicamentos a través de un gasto racional en Chile y LatinoAmerica. Motoquero (de los con lluvia), fotografo (wannabe) y montañista (de fin de semana).

¿Cuántos de ustedes se han cuestionado alguna vez respecto de las preferencias de sus pacientes frente a la elección de un tratamiento para un diagnostico establecido? Este es uno de los aspectos mas relevantes que desarrolla esta publicación del 08 de Noviembre 2012, la cual ahonda en el rol del paciente en esta decisión y como muchas veces como, si bien evitamos el error medico en términos científicos, caemos con mas frecuencia de lo que creemos en el llamado misdiagnosis. Esto es, ofrecer un tratamiento el cual no es acorde con las preferencias del paciente.
De acuerdo al artículo, los médicos hemos sido entrenados paradiagnosticar. La Medicina como arte se basaría en este aspecto siendo este el más relevante a la hora de evaluar la calidad del médico.
¿Qué pasa con la indicación del tratamiento? Frente a las múltiples opciones que la tecnología y desarrollo nos plantea, la evidencia científica nos dirá que hacer, estableciendo una situación cómoda tanto para el paciente como para el medico. Esto permite a los médicos creer que ellos son expertos en tomar decisiones de tratamiento y por otro lado, desde la perspectiva de los pacientes, que los primeros sabrán entregar una respuesta para ellos. Al parecer, ambas apreciaciones no estarían del todo correctas.
El articulo pone como ejemplo el caso de una mujer joven con diagnostico de cáncer de mama comparado con una mujer mayor con el mismo diagnostico. Ambas reciben el tratamiento de cirugía. Mientras que para la primera posterior a la cirugía se comprueba que hubo un error en la biopsia (nunca tuvo cáncer), correspondiente a un error medico, para la otra mujer el procedimiento confirma el diagnóstico. Sin embargo, en este ultimo caso, la paciente descubre con angustia que una amiga con un diagnostico similar se somete a una terapia hormonal con el objetivo de que el cáncer no aumente, en la medida que ella entiende que probablemente morirá de otra razón antes que del cáncer. Nuestra paciente sufre de la angustia por no haber tenido acceso a la opción de ese tratamiento en vez de cirugia.
Probablemente recordamos algún ejemplo de nuestra experiencia. Recuerdo que prefería ser más horizontal que paternalista en mi práctica médica. Sin embargo, al involucrar al paciente en la toma de decisión, muchas veces me encontré con la respuesta, “bueno, usted es el doctor, decida”. Por supuesto acompañado de una cara de duda frente a mi calidad profesional.
El artículo relata como es fundamental el crear mecanismos en nuestro modelo de pensamiento clínico para incorporar las preferencias y prioridades de los pacientes a la hora de sugerir un tratamiento. Hacer presente el gap entre lo que el paciente quiere y lo que el medico cree que el paciente quiere es importante, incluyendo una información adecuada para este ultimo. De acuerdo a la evidencia, un gran porcentaje de pacientes cambia sus decisiones una vez que son plenamente informados, como podría ser el caso de conocer el riesgo de disfunción sexual masculina frente a la opción de cirugía por hipertrofia benigna de la próstata.  
Este cambio no es fácil pero personalmente pienso que es importante. Que los pacientes se sientan empoderados y considerados dentro del “equipo” de decisión es relevante, ya que sin lugar a dudas ellos son los protagonistas de su enfermedad. Conocer las prioridades y preferencias de nuestros pacientes debiera ser un deber un nuestra practica clínica, no por leyes o regulaciones, sino que con el objetivo de responder mejor a lo que en definitiva, nuestros pacientes esperan de nosotros.
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El lavado de manos: Una estrategia de todos.


AUTOR
FelipeCortesLeddy
Felipe (@FelipefromChile) es Enfermero egresado de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, combinando labores asistenciales en el sistema público de salud con un desempeño muy activo en temas de salud y bienestar a través de redes sociales, blogs en medios de comunicación y sitios institucionales. Entre otras, cuenta con experiencia en el manejo de cuentas institucionales de organizaciones de salud a nivel nacional, teniendo a su cargo la agenda digital de Salud Responde, del Ministerio de Salud, así como también la representatividad en ONGs y grupos de autoayuda a nivel internacional. Recientemente, se incorporó al equipo de Matasanos y forma parte del equipo gestor de "Viralizando", pìonero en Salud 2.0 en Chile.
El próximo 15 de octubre se conmemora el Día Mundial del Lavado de manos, y como un modo de adelantarnos a la fecha, me permito comenzar haciendo eco de la campaña impulsada por la OPS/OMS respecto al tema:
“Las manos limpias salvan vidas” fue el lema del año 2011, y vaya que son ciertas estas palabras.
El lavado de manos con jabón es, en efecto, una actividad que sí logra salvar vidas. Aún cuando estamos en año 2012, existen regiones del mundo que permanecen en condiciones de extrema pobreza e insalubridad y a la vez, en todos los países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, existen enfermedades transmisibles que cobran mayor relevancia durante los meses estivales y otras que permanecen durante todo el año.
Las enfermedades entéricas, que principalmente afectan a la población infantil, podrían reducirse notablemente si todos tuviesen el hábito de lavar sus manos con jabón antes de manipular los alimentos y alimentar a los niños, después de ir al baño o al llegar a casa, constituyéndose en una de las maneras más efectivas y económicas de prevenir enfermedades diarreicas y respiratorias que son responsables de la mayoría de muertes infantiles. Cabe destacar que, a nivel mundial, más de 3,5 millones de niños y niñas cada año no llegan a celebrar su quinto aniversario de vida debido a la diarrea y a la enfermedad respiratoria aguda (Fuente OMS).
Por otra parte, en  nuestro cotidiano como adultos -si bien transcurrimos de un lado para otro y en diez cosas a la vez- es importante tener en cuenta la importancia de una adecuada higiene de manos en situaciones claves, privilegiándose siempre y en la medida de lo posible el lavado con agua y jabón. Si bien es cierto que en la actualidad contamos con medidas sumamente prácticas y cómodas para todos, tal como es el uso de dispositivos en gel, luego de 3 o 4 usos de éste en forma continua, se recomienda que el siguiente lavado de manos sea, precisamente, volviendo a lo esencial: Agua y jabón.
Como profesionales de salud, la práctica del lavado de manos es la base del desarrollo de una rutina de trabajo saludable y segura para nuestras unidades y pacientes a nuestro cargo. Los comités de Infecciones intrahospitalarias son enfáticos al insistir en la importancia de una correcta técnica de lavado de manos clínico y/o quirúrgico (según sea el caso) como el método más sencillo y eficaz de prevención de infecciones nosocomiales, que se traduce entre otras en aumento de periodo de estadía y nuevas infecciones en pacientes, aumento de costos hospitalarios, entre otros.
Estrategias para abordar un tema que es a la vez tan sencillo se trabajan en forma continua a distintas escalas y desde distintos frentes en salud a nivel global. Pero como siempre digo, la responsabilidad, finalmente, nace desde cada uno de nosotros. Tomar conciencia que podemos cuidar nuestra salud desde acciones básicas y al alcance de nuestras manos es lo principal, y desde ahí hacia nuestros entornos.
Por lo mismo, recordemos siempre la frase inicial de este artículo: “Las manos limpias salvan vidas”, y ayudemos a tomar conciencia este próximo 15 de octubre y todos los días en nuestras acciones cotidianas.


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